domingo, 11 de julio de 2010

Empolvado de pasado


        
Queridos Amigos:

Acá sigo con nuevos planes. Por ahora les paso esta crónica de Cambodia, desde donde les escribo ahora.

Cambodia
Empolvado de pasado

La experiencia me había hecho creer que las profundas diferencias entre un país y el otro se debían a los ríos. De Malasia a Tailandia un río, dividía religiones, costumbres, atuendos. De Tailandia a Laos, otro río era la barrera para que la prosperidad se quedase de este lado.
Esta vez, esta vez, no. Una misma ruta era , 2002 de un lado y  1940 del otro.

Cuál puede ser el país más pobre ?. Cuál puede ser el que menos mantenga su pobre infraestructura ?. Cuál es el país con mas sufrimiento por minuto ?. Cuál el que puede tener el más horroroso pasado ?. Todas esas preguntas tienen una respuesta. Cambodia.

Mis ojos no querían reflejarlo, mi mente no podía entender el cambio, entrando en Cambodia entraba en el remoto pasado del sudeste asiático. Mientras trataba de explicarme y miraba lo mas profundamente posible, la violadora(e) pegaba unos saltos de acróbata obligada por la ruta (ruta ?), en realidad un pozo disfrazado de calle.
Así es Cambodia; la ruta de acceso desde su vecino mas prospero es de tierra. La misma ruta llega a Siam Reap otrora (1200-1400) sede de un grandioso e inmenso imperio oriental, el imperio Angkor. En ese lugar se levantaron algunos de los templos mas fastuosos que el hombre haya construido en toda la historia de la humanidad. Hoy paraíso del turismo con tarjeta.

La cuidad fronteriza es Poipet, un caserío hecho de madera y disfrazado de polvo y abandono.  La frontera es cruzada cada hora por cientos de carritos de madera cuyo "caballo" es un parroquiano.A manopla nomás se hace gran parte del comercio entre ambos lados.
El camión humano es digno de contarse aparte. Estaba cruzando la frontera y un carro de madera del tamaño de un acoplado grande de camión me nubló el mediodía.  El precario carro era empujado por unos 40 ñatos desde atrás, al costado, adelante o donde se pudiese. Los que lo guiaban adelante directamente corrían peligro de muerte, ya que el peso era inmanejable a mano. Increíble.

Me esperaban 160 km. de la ruta mas dura del sudeste asiático. Entre los cicoturistas tiene la peor de las famas. Los primeros 15 km. se puede decir que la ruta es un pozo, el planito no existe todo es una gran pista de cross. Acá no existen las manos, se supone que es por la derecha (como en Arg.) pero camionetas y motos pasan "por-don-de-se-pue-da". Mas allá, un camino de ripio de reciente "construcción" se dejaba andar. Eso sí, cada vez que pasaba una camioneta te dejaba una nube de polvo que te hacía estornudar ladrillos.  Entonces mi atuendo era: bandana, anteojos, bozal, remera, pantalón y medias que parecían horneados de barro.

Estamos en la época seca y a uno y otro lado de la ruta una gran planicie se viste de amarillo, ya que el arroz se acaba de cosechar. Los campos son grandecitos, sin embargo todo se hace a manopla. Los sombreros en forma de cono se levantan entre los arrozales y con un tímido Hellouuu saludan al audaz ciclista vestido de tierra. 
Las plantas de arroz se cortan a mano, se hacen gavillas a mano, se saca en carros de madera tirados por bueyes. La mayoría de las veces se trilla a mano, a veces en "nuevas" trilladoras estáticas como las que se usaban en Arg. en 1950.

Viento de costado/frente empezó a frenarme, sin embargo aliviaba el polvo. Llegué temprano a Sisophon, único lugar intermedio donde había hospedaje. El Guest House estaba pulenta, el único problema era que cada vez que uno cruzaba enfrente de mi pieza, mi cama se tambaleaba como hamaca en parque de diversiones. Para colmo mis únicos vecinos eran unos Hindúes con turbante y todo el atuendo, todos gigantes 1,90 y 100 kilos. Uno hablaba ingles y nos pusimos a charlar, macanudo.

Como a las 2 de la mañana un griterío me despertó, cosa que es no es tan fácil. En extraña dialéctica, el embrollo se resolvía con alaridos y portazos. Las puertas rechinaban y mi cama se tambaleaba con los pasos, pensé que en cualquier momento se abriría mi puerta. Nada paso y seguí durmiendo como un angelito, a pesar del zo-caga.

De Sisophon a Siem Reap 105 km., los últimos 30 de asfalto. Fue un largo día desde las 8 de la mañana a las 5 de la tarde del día 31 de Diciembre. Cada unos 15 o 20 km. se cruzan unos caseríos muy muy pobres donde me puede abastecer de agua y frutas. La electricidad obvio, no existe; así que las bebidas están "templadas". Que será lo que ocurre, pensaba, que en Tailandia una Fanta es una deliciosa gaseosa fresca y en Cambodia una sopa de naranjas ?.
En Tailandia las heladeras funcan a electricidad, acá andan a barra de hielo. Ponen unos trocitos de hielo en unas heladeras plásticas grandes, pero el frío dura lo mismo que un pedo en un canasto. Si "vierai" de donde toman agua los locales dirías que los chanchos son unos caballeros. Unos pozos cavados a mano en frente de los ranchos son reservorio de agua para todo uso. Bebida, "lavado" de pilcha y pesca (agarrate esa mandarina). Es increíble verlos pescando en unos charcos de la mitad del tamaño de una pileta.
Foto: En un charco al borde de un lote de arroz chicos y grandes juntaban diminutos pescaditos que quedaban en el lodo. Pobreza infinita
Foto: Los "pescadores" se prestan para la foto los chicos se divierten viendose en la pantallita de la càmara. Los camboyanos tienen raras y lindas facciones, las mujeres son muy lindas.

El transito si bien es intermitente, es salvaje. Las camionetas que hacen de bondi viajan a todo lo que da, atestadas con mas de 25 personas y bultos de toda clase y tipo. Los conductores son unos maniáticos de la velocidad y de la bocina. Unos 3 minutos antes de pasarte empiezan con la bocina que cortan 1 minuto después de pasarte. Es enfermante, te dejan lleno de polvo y además sordo. Las motos por mas que disponen de toda la ruta para pasarte, también le sacuden a la bocina con violencia.

El paisaje se repite y se torna algo monótono y aburrido, campos de arroz y campos de arroz.  Tres Kmers (camboyanos) de unos 20 años me siguen tratando de mantener mi ritmo. Sus bicis de origen chino, destartaladas llevan atadas unas larguísimas cañas con las que bajan frutos varios. Con uno cambiamos bicis y entonces la violadora(e) llevaba a un ciclista Kmer.
Llegué a Siem Reap el 31 de Diciembre a las 17 y me di la primera vueltita por los templos. Son muchísimos, algunos realmente fastuosos, lamentablemente en estado ruinoso y sin ninguna nueva inversión (seria).
Muchedumbres de Europeos, Yankees y Ponjas recorren diariamente los templos. Las cámaras fotograficas se recalientan por la inmensa cantidad de fotos que toma la gente.
Angkor fue una ciudad de mas de 1 millón de habitantes en el 1200, es una zona de selva amable, muy hermosa. Los templos imponentes, recuerdos de una civilización que pensó en grande, o más bien en gigante.
Foto: La violadora(e) se deja fotografiar en frente a los monumentales templos de Angkor, un patrimonio que merece una buena conservación que el gobierno no le da. Llegar aca por los caminos por los que vengo es una dicotomia muy grande , sentir que antes hubo un imperio ahora la estructura del pais esta en ruinas.

En contraposición, los Kmers actuales son mas cortos de mente e incultos que ningún otro pueblo en el SE de Asia. A Arg. no la ubican ni siquiera por el "fobal" (acá le entran al voley) y cada día me encuentro tratando de explicar que mas abajo de U. S. A. también hay algo de vida (hay ?).

Siem Reap es una ciudad mediana motorizada exclusivamente por el turismo "templero". La mayoría de los turistas gente con guita que para en unos hoteles de la P. madre.  La comida es muy rica, parecida a la Tai pero sin picante; en cambio le agregan salsas agridulces. De los templos que puedo contar, esta todo escrito. Datan de una civilización que pensó, como lo hicieron los Incas. Lo que se ve, es o fue realmente fastuoso, monumental. A pesar de la falta de conservación y el excesivo turisteo, es definitivamente un lugar para conocer. Hace pensar.

Un día de templos alcanzó para saturarme, ya vengo “templeando", desde Singapore hasta acá y estos deben ser los número quichicientos. Budistas, musulmanes, nuevos, viejos, fastuosos y pobres. Templos, templos vi !.
El año nuevo bastante apático. Cena en un lugar algo mas caro que lo habitual y una cerveza (todo 3.80), y a brindar a un pub. A la 1 en la catrera. O sea...

Pero la vida me sonríe y el 1ro de año me encontró haciendo de las mías. Fui hasta un dique, que ha sido cavado a manopla en la época Angkor, gigante. Le di la vuelta con la bicicleta por unos senderos absolutamente increíbles y no aptos para cardíacos y blandengues. Metía miedo lo remoto del sendero, se escuchaban tambores en la selva y yo ya me imaginaba que los “muchachos" me harían al spiedo. Nada que ver, Cambodia es seguro, sobre todo en áreas rurales.  Fui a parar a una villa rural donde me invitaron agua y nos reíamos intercambiando gestos con una familia. Unos km. mas allá, la entrada para uno de los fastuosos pórticos de la cuidad amurallada de Angkor.

 Tratando de recuperar peso (78 a 67 (-11)) mis dietas hiper calóricas, hiper abundantes, hiper todo. Pan y costillas de cerdo resultan buena inversión (1.50 hasta reventar). La segunda noche con la misma dieta, el cerdo no era el mismo y me cayo mal, muy mal. Amanecí vomitando a ríos y con una diarrea galopante que no la pude cortar hasta la tarde. Mi arsenal de pastillas es bastante completo y útil. Perdí muchísimo liquido y me tuve que rehidratar con sales. Me llevó día y medio recuperarme, mi cuerpo un reloj al otro día estaba fuerte para seguir.

Cambodia no es apto para cardíacos y así te trata.  Me subí a una camioneta que me llevaría 290 km. hasta la capital Phnom Pehn. Era una Mazda cabina y media con caja corta. Arriba íbamos 28 parroquianos (contaditos, violadora(e) excluida) 27 Kmers y 1 Argentino, obvio además de la violadora(e) bolsas y trastos de muy distinta forma y origen.
Yo iba en un rincón del mundo ganado a la gravidez. Era un balcón a la ruta hecho con bultos y bolsas.  El chofer, un alienado mental que iba a los santos pedos por rutas que cruzaban el infierno. Los pozos te hacían temblar hasta las ideas, y yo ciertamente creí que aquello iba camino al genocidio.
En todos estos meses nunca he estado en riesgo como en ese coche fúnebre. Cada centímetro de espacio que estirabas la gamba era espacio hundido en la espalda o en el marote de alguno. En cada salto ganabas o perdías valiosos centímetros de supervivencia a costa o a favor de otro "flaco". Un bulón me torturaba el orto y decidí que gambas afuera (de la chata) era buena idea. Los brazos me dolieron por dos días de la fuerza que hice para sostenerme.

Desde la 1 de la tarde hasta las 9:20 de la noche galopándole a la muerte. No les recomiendo el viajecito, mejor tomarse el barco !!!.


Crónicas varias adeudo, pero esta contenía mucha acción, por ello se las paso primero.

Un abrazo a todos.

Fernando.

No hay comentarios: