jueves, 8 de julio de 2010

Otras veces con coraje

Otras veces con coraje


La vista nublada de tanto esfuerzo, las últimas energías que quedaban fueron quemadas hace ya varias horas. Los codos sobre el volante, pies a tierra, mi cabeza cae pesada sobre las manos en cáliz. Y muchas preguntas. Que hago aquí ?, Porqué de esta forma tan esforzada ?, Y si revoleo todo y me tomo el próximo bondi ?, Cuál es el sentido ?.
Las respuestas gravitan, como el ambiente. Una nube de polvo que te deja la última camioneta que pasó a 180. La cabeza se levanta pesada, la mirada brumosa apunta a mil pozos, piedras y polvo; a lo que en Cambodia se llama ruta.La respuesta no tarda en llegar y una pedaleada le sigue a la otra. Las neuronas son ahora las que pueblan las piernas, los músculos adormecidos de tanto esfuerzo ya hicieron lo suyo el día de hoy.

Los kilómetros caen en cuentagotas, de a 1 los veo pasar en el relojito de la violadora(e). La pobre violadora(e) a estas alturas también adormecida de tanto golpe, de tantos pozos no le mezquina coraje y se manda de punta en relieves imposibles. En intermitentes estados de conciencia entre polvos y saltos y gentes aparece el destino deseado.Casi tambaleando llego a tomarme alguna gaseosa que servirá de combustible como para bancar la subida del equipaje hasta la pieza del guest house.

La imagen se repitió en varias de las últimas tardes, Cambodia ha sido impiadosa en su despedida y me tenía preparado arsenal pesado.
La historia comenzó en Sihanoukville, 240 km. me separaban de Phnon Pehn, la Ruta 4 es conocida por ser la mejor del país. Por ella circulan camiones con conteiners desde el puerto hasta la capital.
La ruta bárbara, pero el ventarrón en contra hacía que la tensión en las piernas fuese permanente. Extraña ruta que nunca parecía descender, sino una permanente subidita y algunas cuestas bastante pronunciadas. Saliendo de Sihanoukville extraña profusión de viajeros en bicicleta demoraron mi partida. Un suizo, un alemán y un francés, todos viajando solos, me comentaron algunas interesantes historias.

A las 5 de la tarde estaba en el medio de la nada, una enorme y nueva plantación de palma se extendía por varias decenas de kilómetros y se perdía en el horizonte, mas allá unas montanitas. El suelo arenoso y mezquino tiene que ser elevado en camellones para plantar las palmas que serán luego competencia de nuestra soja en el mercado mundial de aceites.
Llegué a un pobladejo donde vivían los plantadores y mantenedores de la plantación. Buscando donde poner la carpa una de las familias mas pobres me ofreció un bungalow a medio construir. Mejor solución que la carpa; acepte.La nochecita se animó con la guitarra y los chicos, ambos,  lenguajes internacionales que no reconocen  distinciones.

Unas sopazas cargadas, inmirables, pero muy sabrosas habían sido mi primer trámite en el caserío. Ya cuando los cánticos y exclamaciones se calmaron, acomodándome para dormir luego de leer a luz de linterna, me interrumpió el dueño de casa. Me acercaba un hacha, por las dudas, entendí yo.

Estaba re-tranquilo, pero el "arma" me hizo pensar un poquito. El bungalow estaba a 30 metros de la ruta, tal vez fue por eso.

En una casita contigua a mi bungalow de medio techo, vivían dos parejas; una con tres hijos y la otra con 2. Una abuela también se sumaba, todos distribuidos en 8 mts. por 4 mts. . Criaban algún pollo flaco que también se sumaba al embrollo. Eran recolectores de frutos naturales en unas montañas cercanas. Más pobres imposible.

A las 5 de la matina, todos (salvo turistas) se levantan en Cambodia. Hoy hice honor al rito. Les regalé a mis excelentes anfitriones, unas comidas que compré en la despensita. La abuela tenía unos dolores de no sé que y quede de rechupete (no De La Rúa y la c de su hermana) con unos calmantes rápidos que llevaba. Me despidieron como quien despide a un mago

benefactor.

Un largo día de viento y subidas para hacer 110 km. hasta Phnom Pehn. El paisaje no es particularmente lindo, las palmas le abren paso a un caserío pobre que se alinea a la ruta. Viven del carbón, que fabrican desforestando salvajemente los pié de sierras.

Me quedé 2 noches en Phnom Pehn, donde me volví a encontrar con Timo y Pietra, mis amigos holandeses que viajan en bicicleta desde Europa. Con ellos había compartido días maravillosos en Laos. El grupo de 5 ciclistas lo completaban dos suizos de unos 50 años, pareja que venían viajando desde Bankok.

Si alguien quisiera imponerme un castigo bien severo me mandaría a vivir a Phnom Pehn, ciudad infierno donde pobreza, suciedad y tráfico endemoniado se combinan en forma virulenta.
En mi anterior estadía en Cambodia había estado 3 días y ya había conocido algunas lindas atracciones turísticas de la ciudad.Decidí hacer un loop por el Nor-Este antes de entrar a Vietnam.


De Phnom Pehn a Kampong Cham

Salir de Phnom Pehn supone unos 1.000 bocinazos, 500 frenadas, filos al por mayor, conductores alienados y una lógica de tránsito indescifrable (si es que existe).
Se me unió en la travesía un estudiante de la Universidad que volvía a su cercano pueblo en bicicleta. Charlábamos cuando el tránsito y las boqueadas nos dejaban. Los 110 km. hasta K Cham, que yo creía que eran un trámite, albergaban una dureza sin igual. Decidí tomar un camino alternativo, panorámico que bordeaba el archi conocido río Mekong.

Panorámico ???!!!. Panorámico tu hermana !!!. La ruta no era mas que una calleja de tierra que zigzagueaba a la par del río.
Foto: La violadora(e) se hundía en los guadales y caminos intransitables de Cambodia
De los dos lados ranchitos pooooobres de pescadores y halloouu, haloouuu y mucha cara de asombro. El ripio poseado inicial dio lugar al polvo suelo, un guadal que mirado parecía imposible pasar por ahí. Sin embargo, era tan liviano el polvo que las gomas se hundían por completo pero no se atascaban. Después, por 20 km. se vino una pista de moto cross y no exagero ni un pelo. Un relieve lunar con guadal profundo, algo increíble de ver y pasar. La pobre violadora(e) guapea en saltos, pozos y guadales

sin antecedentes.

Por suerte los últimos 30 km. eran un ripio consolidado muy bueno; con las últimas luces entre a Kampong Cham vestido de barro y cansancio.La ciudad, linda y chica, a orillas del río Mekong tiene airecillos coloniales, calles estrechas entre casas de estilo francés, mal mantenidas pero con su encanto. Un puente monumental construido por los Japoneses cruza el río Mekong y le da un telón lindo a la ciudad.

Este relato sigue, pero en otro mail ....

Abrazos.
Fernando.

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